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Procesos de memoria: experiencias, enfoques y aprendizajes significativos. El caso de HIJOS e HIJAS

Por: Gabriela Sánchez Pineda






El sábado 13 de junio el grupo SPEME tuvo la oportunidad de generar un diálogo enriquecedor con Diana Gómez Correal y Stalin Ballesteros, activistas y miembros del movimiento “Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad”, creado en julio del 2006, a raíz del proceso desmovilización de las antiguas Autodefensas Unidad de Colombia (AUC), bajo el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Desde su posición como activistas y voceros del movimiento, Diana y Stalin compartieron con el grupo una reflexión frente a la memoria, su institucionalización, el campo de disputa en el que se inscribe y el papel de los movimientos sociales en esta lucha, entre otros temas.


"Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad" es un movimiento conformado por los hijos y las hijas de personas (activistas, pensadores, etc.) cuya vida fue arrebatada por la violencia estatal y paramilitar recrudecida desde los años 70 en Colombia, así como por personas afines a la lucha contra la impunidad. Este movimiento está profundamente ligado a las izquierdas en Colombia, entendiendo que las ideologías políticas son generacionales, dinámicas y, por tanto, múltiples y ancladas a momentos determinados de la historia. En este sentido, el movimiento se identifica con una izquierda que no está centrada únicamente en la “clase” como eje articulador, sino en otros ejes igual de importantes como el tema de género o el territorio. "Hijos e Hijas" tiene una apuesta clara por la reconstrucción material e ideológica de la memoria y la justicia, en clave de un objetivo transversal a su lucha: la transformación de la sociedad colombiana.


Un elemento central del actuar de "Hijos e Hijas" radica en la politización de los lazos familiares, apuesta que centra al movimiento en una dinámica generacional que resulta sumamente interesante al propósito de construir un concepto de memoria para la transformación. Tanto Diana como Stalin son testimonio del famoso lema según el cual “lo personal es político”. Sus padres estuvieron vinculados con sectores de la izquierda colombiana como los sindicatos y la exterminada Unión Patriótica, por lo cual su acercamiento a la realidad del país se dio de forma muy temprana y con un componente elemental para su futuro papel de activismo: una visión crítica. En este sentido, Diana y Stalin afirman que la lectura generacional del movimiento pasa por dos sentidos: un sentido crítico frente a la lucha de sus padres y otro identitario, que busca situar al movimiento en un lugar autónomo respecto a otros movimientos que también reivindican la memoria y la justicia.


De esta forma, la apuesta por un vuelco generacional y autónomo en la construcción de memoria y justicia sitúa al movimiento en una propuesta que resulta sumamente importante para la discusión de las memorias en el grupo SPEME: "Hijos e Hijas" entiende la memoria como una estructura tripartita, es decir, una memoria para la transformación, desde las luchas sociales y para el cambio social.


Esta definición abre un campo de estudio mucho más amplio, donde deben articularse obligatoriamente elementos como la memoria crítica —refiriéndonos a una disputa por el sentido de las memorias frente a la memoria institucional—la memoria de las luchas sociales de las izquierdas colombianas en el hoy y en el ayer, y la memoria de larga duración, que refiere a la imposibilidad de entender el problema presente sin remitirse al desarrollo en el devenir del tiempo histórico. En definitiva, la apuesta por unas memorias con enfoque generacional resulta vital para la transformación social que el movimiento reivindica como fin último, pues estas permiten analizar con ojo crítico y propositivo la forma en que el denominado “boom de las memorias” sitúa la institucionalización de la memoria en el presente de forma acrítica.


Respecto a este último aspecto, Diana Y Stalin son enfáticos al señalar que la institucionalización de la memoria no contribuye a la transformación social, por lo cual dicho proceso es totalmente contrario a las luchas de Hijos e Hijas. En respuesta a esta contrariedad, el movimiento da paso a la construcción de memoria desde la alteridad, las subjetividades y la oralidad, permitiendo que las memorias interpelen al presente y al pasado por medio de la construcción de nuevas narrativas, narrativas que dan un amplio margen a muestras artísticas que permiten sobrepasar la interpretación de las memorias como mera conmemoración museológica de fechas e imágenes. Estas memorias críticas son necesarias para lograr que no se estabilicen los discursos hegemónicos sobre el pasado, así como para hacer frente a instrumentos institucionales que dinamizan la memoria, como lo es la justicia transicional.


Para finalizar, se enuncia la relación entre la justicia transicional y el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición (SIVJRNR) de cara a la vinculación entre las memorias emergentes y la implementación de los acuerdos de paz en el país. En un análisis sobre los instrumentos para trabajar las memorias en un proceso de posacuerdo es imperativo pensar que la justicia transicional juega para tres bandos: las víctimas, los victimarios y el Estado (que a veces juega el rol de victimario).


En este sentido, la justicia transicional y el SIVJRNR como producto de ella, producen una reificación de unos intereses estatales que apuntan a la materialización de un modelo de desarrollo dominante que considera al capitalismo y a la democracia liberal como la mejor forma de organización social, económica y política. En este contexto, las memorias emergentes se abren paso en un proceso que busca desestabilizar las estructuras del poder que se construyen sobre estos supuestos liberales, por lo cual se puede hablar de las memorias como campo en disputa donde la institucionalización de estas es una afrenta directa a los movimientos sociales.


El diálogo establecido con el movimiento “Hijos e Hijas por la Memoria y contra la Impunidad” en esta sesión deja todo un panorama de análisis para el grupo SPEME, especialmente con la incorporación de nuevos elementos para la discusión como lo son la politización de los lazos familiares y la memoria generacional. Estos elementos resultan imprescindibles para entender la actual disputa que por las memorias se está dando en nuestro país, generando un análisis más profundo en el estudio de narrativas que desde el grupo se busca realizar.




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