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Fragmentos

Doris Salcedo



El contramonumento como espacio reactivo a la memoria.


En este escenario cultural, Doris Salcedo, hace un valioso aporte al proceso de reconocimiento a las víctimas, con la escultura fabricada con aproximadamente 34 Toneladas de hierro fundido a partir de las 8000 armas entregadas por el grupo armado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, con quien el gobierno en el año 2016 firmó el acuerdo de paz en el Teatro Colon en Bogotá.


Este contramonumento, al involucrar a las víctimas en su ejecución, representa en sus paredes blancas y de triple altura, el vacío y el silencio que les dejó guerra, asimismo, a través del juego de luces en el auditorio principal, crea el sentido de las sombras y huellas que el conflicto armado marcó en la mente de cada una de ellas.


Además, el hecho de fundir el acero en placas para crear una plataforma contrastante, enmarca el empoderamiento de las mujeres frente a su participación en procesos que construyen paz. Allí, el moldeado de las placas lo hicieron a través de golpes, los cuales fueron parte de un proceso de sanación emocional y toma un significado muy importante, “perdonar sin olvidar”, como lo expresa una de las víctimas. Lo anterior, demuestra una dura lección que reduce los índices de violencia; muchas víctimas, aunque no pueden olvidar las atrocidades que vivieron, son capaces de perdonar, apartándose de la venganza.

Cabe resaltar que cada detalle en la obra tiene un significado, como el espacio que hay entre la plataforma y las paredes, este podría interpretarse como la brecha que existe entre nuestra realidad y la de las víctimas directas del conflicto armado, aunque compartamos el mismo territorio, el mismo piso.






El contramonumento, activa todas las formas de percepción como la vista, la escucha y el tacto en los auditorios y con ellas, su espíritu o entusiasmo por alcanzar una paz deseada. Así, Salcedo busca sensibilizar y hacer reflexionar a los visitantes sobre el conflicto armado en Colombia. Por medio de la plataforma construida por mujeres víctimas de acoso sexual en el conflicto armado, este lugar permite a los colombianos pararse sobre una nueva realidad como ella misma lo expresa. “Fragmentos” se constituye como un elemento de arte y memoria que recoge los vacíos de tantas víctimas y los convierte en un escenario que da voz y recuerda la importancia que tienen las memorias de las víctimas en los procesos de paz.

En definitiva, nos muestra que la construcción de paz no es un proceso individual, sino una construcción colectiva para lograr un propósito común. Un ejemplo de una acción colectiva en el posconflicto, es el gesto de reconciliación que se observa en las Zonas Veredales Transitorias de Normalización en el municipio de Caldono al norte del Cauca (Fundación Heinrich Böll, 2018), donde la comunidad indígena allí presente, reconoce como una gran oportunidad la implantación de esta ZVTN para la reconciliación y el fortalecimiento de su territorio, además en este proceso fueron parte integral para la reintegración a la vida civil de población excombatiente.



¿Cuáles son retos?


Que, desde la planeación y el ordenamiento territorial, el posacuerdo tome sentido, pues se debe entender la paz, no solo como la entrega de armas sino como la posibilidad de que a los territorios afectados y aislados lleguen las alternativas al desarrollo, llegue la salud, la educación, la paz, la institucionalidad, el acceso a los servicios públicos con calidad y cantidad.

Obras como las mencionadas necesitan ser expuestas también en los espacios más afectados por el conflicto armado a modo de construir memoria, paz territorial y tener presente la no repetición de estos hechos, de esta manera la memoria podrá abarcar más territorio y llenar los vacíos que ha dejado la guerra.




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